La llaman Libertad

Ignora que tipo de exorcismo se apodera de ella aquel sábado durante la campaña contra el pólvo.
La lleva a subirse a la mesa cuál podium de improvisada gogo, la invita al contoneo más electrizante, la empuja a ejercitar las caderas atrofiadas, a  engrasar la pelvis, pasiva de ejercicio sexual, a menear el trasero concediéndolo  erótico brío bajo la atónita vecina ( gemela de Maggie Simpson ), asomada al balcón con el pitillo entre los labios.
Un teatrero Rafael desde el dial más clásico insiste en el discurso, la incita a soltarse el corsé opresor del prejuicio, del anonimato.
Hija, esposa, madre, tantos papeles por cumplir pero " Mujer" en definitiva. Subida a las alturas, la melodía la anima a transgredir, a salir a la calle, holgazanear, festejar la vida y saberse guapa tras el reflejo sin que nadie lo afirme.
Quién sabe si mañana o al otro será su gran noche por el momento tiene el cabello encrespado, los mechones y el sudor como una segunda piel.
La mirada de reojo al sobre encima de la mesa que contiene el veredicto de su matrimonio.

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