Magia

Noah presiona el lapicero con los gordezuelos dedos.
Amu le anima a añadir su firma.  
Escribe tu nombre en mayúsculas y subráyalo para que se den cuenta que es tu carta y no la de otra persona - explica.
Noah asiente, sonríe dejando entrever algún afilado colmillo más la ausencia de un par de dientes de leche en la paleta superior pero se le borra una vez se percata del resultado final. Una caligrafía  enorme, torcida, lo cual le obliga a escribir una firma de letras amontonadas de tamaño mediano pero  ilegible.
Llega la gran noche.
Aconsejado por Amu dispone de un buffet  a la altura de tan ilustres visitantes. Ocupa unos boles y platos donde arrojar sabores contrarios, salados como lonchas de jamón, porciones de queso, pistachos, picantes banderillas y brochetas de pulpo, el dulzor del turrón de frutas caramelizadas o el amargo licor de unos bombones y como complemento una botella de anís y otra de txakoli.
Recibe complacido la aprobación de Amu, quien se encarga de trasladar la bandeja y depositarla sobre la mesa junto al árbol.
Noah prepara su calcetín cuando le sobreviene el bostezo. Mamá lo carga en brazos, lo acuesta rendido por tanta excitación. A la mañana siguiente, bien temprano, Noah comparece en la habitación de mamá, subiéndose encima de la cama comienza a saltar provocando sí o sí el despertar.
Madre e hijo cogidos de la mano caminan sigilosos por el pasillo.
Noah asoma la cabeza en el  salón.
Un Ohhh! escapa de  su garganta señalando la bandeja limpia de alimentos. Magia.

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