Perversión




Entreabro los ojos, lo suficiente para descubrir .... a aquel par de tipos, parecidos a dos guerreros  sumo aproximarse a aquellos pipiolos. Ambos  tiritando, la muchacha retrocede  ante el avance de de uno de los mastodonte al tiempo que el otro, inmoviliza al chico, cuya desnudez descubre
Ambos parecen hermanos ( podrían pasar por mis hijos), la misma estructura ósea, el fino ovalo, ojos  color jade. Me miras de reojo, no pierdes de vista mis puños apretados, sorprendo a tu indiferencia, la sonrisa  morbosa, mordiendote el labio inferior ante la escena. Los pechos  chicos de la muchacha, son alcanzados/ abarcados por las manos rudas de uno lde ellos, retorcidos junto a sus pezones, la chica, sobresaltada suelta/ expulsa un alarido. El muchacho intenta zafarse de los brazos que lo rodean,  escurrirse por un mínimo espacio pero a cambio recibe un improvisado guantazo que lo deja aturdido, momento
que el sujeto  aprovecha para colocarlo de espaldas y apuntar su aparato al ano...
Me diriges una mirada penetrante. Basta ya !  Soltadlos ! - grito.  
Los lacayos se giran  frente a tí, aguardan instrucciones
niegas enérgica  con la cabeza y sueltan a sus presas:  La muchacha agazapada en un rincón,cel el hermano  recobrando la visión e incorporándose ll despacio. Les contemplas escoltada por tus secuaces, sin perder la sonrisa. 
Me miras. Ahora, vas a acabar tu el trabajo que no no terminaron ellos_ ordenas. Que? _ exclamó.
Lo que oyes primero el chico, luego la chica. En este orden. Luego veremos. O sino?_contestó  desafiante.
Miras a tus lacayos quienes te rodean de la cintura  con sus lenguas te lamen cada centímetro de piel.
Les señalas: Sino ellos lo harán por tí.Elige. Ante mi cara de estupor, una sonora carcajada. Vamos, no seas mojigato. Tarde o temprano, acabarán en un burdel. 
Con el tiempo, le cogerán gusto. Ante tal disyuntiva, observó que el chico se incorpora, mira a ambas partes repetidas veces, supongo a la espera del veredicto final.  
Me situó frente a él, coloco una mano en su hombro.
Asiente y sin decir nada se se coloca de espaldas, a cuatro patas, ofreciéndome su virginal orificio.  Antes de estrenarlo/ profanarlo, cruzó una mirada con su hermana, sus mejillas húmedas por el llanto y en sus ojos una súplica: no le hagas daño. Respiró hondo y empujo con la máxima delicadeza. Aún así, noto el el cuerpo contraído y de banda sonora, las estridentes carcajadas.
Cierro los ojos, me niego a presenciar la evidente perversión y cuando los abr
abro me encuentro encima de Vera. Me detengo, la miro como a una extraña.
Que pasa? Continua_ me apremia apretándome fuerte. Lo siento, no puedo seguir. Me retiro y la doy l la espalda.

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