Envidia

Ahí viene ella. Con su aire de gacela , regalandome una sonrisa. Examino con atrevimiento la menuda figura, el balanceo de los pechos, buen tamaño, 
Que jodida ! Los mios ni me los veo, invisibles como la fina cintura, descartada de mi cuerpo. Ni siquiera  heredé el fulgor verdoso de mi madre. Dios mío! ya me he ido a mí nebulosa. Pongo cara de  interés, ella toma la palabra,  tengo la vista fija en su boca, la oigo pero no logro captar el mensaje,  expulsa chorros de palabras,  de vez en cuando asiento. Da gusto escucharla, salta de un tema a otro en un periquete y encima argumenta pero para una brillante exposición hace falta  una buena audiencia y esa soy yo Podría tirarme horas así y ella dándole a la lengua, la muy pedante además nunca ha tenido que partirse el lomo, como cualquier mortal, posee la gracia de la diosa fortuna.
Es muy completa y lo sabe.
La rindo pleitesía, formó parte de su círculo de fieles y tengo suerte por la atención que me dispensa.
Como amiga no tiene precio, es leal, consejera, cariñosa... vamos, lo que se dice un chollo pero ay ! de mí si oso contradecirla, entonces sus grandes ojos negros con pestañas infinitas, se tornan impenetrables, la voz  gélida , el tono siniestro acompaña a la reprimenda que puede acabar fatal. Tal es su arte en el enredo y la polémica que acaba siendo la redentora de mi execrable actitud., sin saber cómo.
Como una " amantis peligrosa ", acabo devorada 
por su prepotencia.
Cuánto la detesto.



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